“La
idea del Camino
es la idea de la conexión de la persona con
sus actos.
El Camino es la conexión del caminante
con
todo lo que lo rodea.”
Oleg
Tcherne
Un educador inconsciente
es la consecuencia de su propio vivir, de la forma en que fue formado y del
sistema que dio las bases a su formación.
A su vez, un educador inconsciente es la causa que acompaña a otras
novecientos noventa y nueve causas que provocan la inconsciencia en miles de
personas.
Esta consciencia actuante crea, genera
individualidad y fuerza para incidir en las circunstancias, en vez de que sean
las circunstancias las que influyan sobre ella.
Desde una
perspectiva comprensiva, podemos afirmar que no hay educadores buenos o
malos. Cada uno es el fruto de mil
causas que condicionaron su ser, su pensar, su hacer y no hacer, su sentir, su
decir y no decir, etc.
Los
condicionamientos son barreras que impiden a la persona ser libre. Por tanto, como un títere, es manejada por
las ideas de otros, por sus propias reacciones emocionales, por las
circunstancias, por sus deseos. No tiene
capacidad de análisis ni decisión propia.
Se mueve en el juego de las causas.
No tiene fuerza para modificar su situación de vida. Vive en la vorágine social, pero carece de
individualidad. Repite el programa
recibido. Produce y reproduce; no
crea.
Un educador consciente
es causa de su propio vivir, y no mera consecuencia. La consciencia de sí mismo lo mantiene atento
ante sus propios pensamientos, emociones y reacciones, en la soledad o en la
interacción con otros. Es decir, la
persona está conectada con sus propios actos, está presente con todo su ser en
el momento actual.
Alejandra
Lucía Rotf
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