Descartar es fácil.
Y nos compromete con el
consumismo. Al tirar algo, necesito
llenar el vacío que tal acción ha generado.
Arreglar algo es… no sé cómo
describirlo… es fantástico.
Sus efectos son transformadores:
* Compromete nuestro cerebro en la
búsqueda de una solución y de las tareas necesarias para realizarla.
* Compromete nuestro cuerpo en una
acción concreta.
* Compromete nuestra voluntad para
iniciar el arreglo, llevarlo adelante y alcanzar su terminación.
* Compromete nuestro cerebro y
nuestra conciencia haciendo que estemos
completamente en el momento presente, permitiéndonos tocar un espacio
intemporal.
* Nos pone a tono con la verdad de
la conciencia ecológica, haciendo que no nos quedemos sólo con deseos o
palabras bonitas.
* Pone a tono a nuestra familia,
especialmente a los niños, que se han acostumbrado a usar y tirar. Les mostramos que se puede vivir de un modo
diferente.
* Y, además, arreglar algo nos
regala una muy honda satisfacción, tanto por el logro personal… ¡lo hicimos!
(lo cual fortalece nuestra autoestima) como por el logro material… ¡ahí
está! Y miramos la cosa arreglada como
si fuera la creación más hermosa. Esta
sensación es tanto más grande cuanto más difícil y más tiempo nos ha llevado
arreglarlo.
Cuando este tipo de alegría llena
nuestro corazón, se fortalece todo el sistema inmunológico, y con él nuestra
salud física, mental y familiar.
Habiendo remendado una vieja querida
bermuda que me gusta por su color y unas viejas alpargatas que me resultan muy
cómodas, te saludo desde mi mismidad en paz.
Alejandra Lucía Rotf
Autora del Libro “Pedagogía de la
Alegría”
Entrá en contacto:
54 294 4 257160
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