Cambiando la manera de mirar
“Cada niño tiene recursos interiores
complementarios
que por diversas razones están
bloqueados.
El objetivo de la enseñanza
tiene que conducir al desarrollo máximo
de las capacidades del niño
a través de su revelación
y a la posibilidad de superar bloqueos
que limitan sus recursos interiores.”
Oleg Tcherne
“La enseñanza primaria como camino hacia el
autodesarrollo”
“Cuando cambias tu manera de mirar las cosas,
las cosas que miras cambian.”
Wayne Dyer
“El poder de la intención”.
¿Te has preguntado para qué has venido a este mundo, a qué se
debe tu existencia en este universo?
¿Has descubierto qué objetivo tiene tu vida?
¿Tenés plena consciencia del camino que querés
transitar? ¿Lo estás transitando?
Es decir: ¿Sos feliz con lo que sos y hacés?
Si no es así… ¿qué te lo impide?
¿Qué trabas advertís en los acontecimientos y en las personas
que te rodean?
¿Qué obstáculos hallás en tu fuero íntimo para ser plenamente?
Tal como te pasa, les pasa a los niños. Todos y cada uno
de aquellos que han sido confiados por un tiempo a tu custodia y guía, tienen
“recursos interiores que por diversas razones están bloqueados”.
Sin embargo, vos, los niños y yo, disfrutamos extasiados de la
existencia, presente o pretérita, de encumbrados exponentes de la belleza y de
la sabiduría, de la ciencia y de la magnanimidad, de la espiritualidad y de la
libertad, como asimismo de sus obras, sus verdades legadas a la
humanidad. Si buceamos en sus biografías, hallaremos que muchos fueron
eminentemente felices, si bien su pasar por este mundo no estuvo exento de
“inclemencias climáticas”. ¿Cómo es que ellos accedieron a esa vigorosa
fuente de realización personal? ¿Cuál es su secreto?
El primer portal es el acceso al conocimiento de uno mismo:
Dentro de nuestro cuerpo, de nuestra mente y de nuestro espíritu, están las
respuestas más perseguidas: ¿Quién soy? ¿Para qué estoy?
El segundo portal es la aceptación de
uno mismo: El propio cuerpo, las propias capacidades, la propia historia
personal y familiar.
El tercer portal es la conciencia: Ser consciente del propio cuerpo, ser consciente de las emociones que se experimentan y de los sentimientos que te elevan, ser consciente de los pensamientos, de los recuerdos, de los prejuicios y de los bloqueos. Con el arribo de la consciencia, muchos bloqueos, sino todos, se disuelven.
El cuarto portal es el autodesarrollo de las capacidades que
empiezan a revelarse y liberarse de antiguas ataduras que limitaban los
recursos interiores.
Y todo esto comienza con un pequeño paso. Hace algunos
años tuve un sueño muy particular. Soñé con Jiddu Krishnamurti, cuya obra
estaba leyendo en aquel tiempo con fruición. Fue algo así: Él venía en un
auto antiguo color negro y abría la puerta para que yo subiera, mientras me
decía: “Cuando des un solo paso, estarás completamente del otro lado.” Me
pareció que al poner un pie dentro del automóvil para ingresar en él,
repentinamente me encontraba del otro lado de una muralla de piedra, y él,
parado a mi lado, miraba un vasto paisaje.
Durante muchos años creí entender aquel sueño, pero sólo a nivel teórico. Hoy puedo comprenderlo factualmente: el primer y pequeño paso que hay que dar es: mirar de otro modo. Así de simple: elegir una manera diferente de verse a uno mismo, una manera diversa de observar las cosas, un modo distinto de mirar a las personas.
En la recopilación de “Cartas a las Escuelas”, encontramos una
valiosa pregunta hecha a Jiddu Krishnamurti:
- “¿Cuál considera usted que es una de las
cosas más importantes en la vida? (…)
K: - Tal vez sea éste el arte de vivir. (…)
Los recuerdos no tienen
cabida en el arte de vivir. La relación es el arte de vivir.
Si hay recuerdos en la relación, eso no es relación. La relación es entre
seres humanos, no entre sus recuerdos. Son éstos los que dividen, y así
es como hay contienda, oposición entre el tú y el yo. En consecuencia,
el pensamiento –que es recuerdo- no tiene cabida alguna en la relación.
Este es el arte de vivir. (…)
El arte de vivir puede nacer solamente cuando el pensamiento
no contamina el amor.
¿Puede el maestro en las escuelas estar totalmente dedicado a este
arte?”
Jiddu Krishnamurti, Cartas a las escuelas I,
Edit. Kier, Bs.As., 1996
Mirar al alumno o a sus padres o a un colega, o a uno mismo,
con la mirada llena de pensamientos negativos provenientes de pasadas
experiencias, condiciona nuestra actitud hacia el objeto de nuestra
observación, de modo que no establecemos relaciones con los otros, pues
nuestros recuerdos contaminan nuestra actitud. Si el “objeto” somos
nosotros mismos, tal vez terminemos diciendo: “¡No puedo! ¡Siempre fui
así!” Si el “objeto” observado es el alumno que arrancó el llanto de una
compañera al insultarla , y esas lágrimas, a su vez, nos llenaron de rabia, es
probable que lo etiquetemos como “maleducado” o “alumno de mala conducta”.
“Cuando cambias tu manera de mirar las cosas,
las cosas que miras cambian.”
Existe una posibilidad de cambio, en un instante: mirar al otro
como si fuera la primera vez, o verlo a los ojos como si fuera la persona que
más amamos, o pensar que hoy es diferente e imaginarlo feliz. Lo que
estoy diciendo es algo muy serio y profundo: una nueva actitud de nuestra parte
hará factible un nuevo abanico de probabilidades.
Así, después de un par de semanas de padecer todo tipo de
contratiempos, chicos que se enfermaban, cosas que se “perdían” en el aula,
peleas, padres enojados, y todo ese tipo de menudencias que nos suelen acaecer
a veces, como lo que llamamos “mala racha”, decidí probar eso de cambiar mi
manera de mirar las cosas. Comencé a construir mi nuevo patrón de
probabilidades, mientras me dirigía en la bici hacia la escuela, pensando
repetidamente y con alegría: “Hoy, todos los chicos están felices”.
Mágicamente, ese día, todos estaban contentos y sin problemas… excepto que
apareció un papá con quien las “interconexiones” fallaban. Entonces, al
día siguiente, cantaba: “Hoy todos los chicos están felices y sus padres
también.” ¡Maravilloso! Es claro: no sólo cambiaba mi manera
de “mirar”; mi postura también cambiaba, pues esperaba encontrar gente
feliz. Aunque… me encontré con alguna que otra maestra un tanto
acongojada. Entonces, volvía a comenzar.
“El observador
condiciona y modifica
lo observado.”
“La teoría cuántica ha demolido los conceptos clásicos de los
objetos sólidos y de las leyes estrictamente determinantes de la
naturaleza. A nivel subatómico, los objetos materiales sólidos de la
física clásica se disuelven en patrones de probabilidades semejantes a la onda,
y estos patrones, al final, no representan probabilidades de cosas, sino más
bien probabilidades de interconexiones.” (Fritjoff Capra, “El Tao de la
Física ”, pág. 83).
Por tanto, si tomamos conciencia de que no somos “objetivos”,
sino que influimos en los demás y en nosotros mismos, creando campos de
probabilidades, entonces poseemos la capacidad intrínseca de cambiarnos, y
además, de colaborar con la limpieza de impedimentos que bloquean los recursos
internos de nuestros estudiantes.
“En la física atómica, el científico no puede jugar el papel
de un observador imparcial objetivo, sino que se ve envuelto, inmerso en el
mundo que él observa hasta el punto en que influencia las propiedades de los
objetos observados. John Wheeler considera este enredo del observador
como la característica más destacable de la teoría cuántica y por tanto ha
sugerido reemplazar la palabra “observador” por la de “partícipe”.”
(Fritjof Capra, “El Tao de la
Física ”, pág. 158-159).
¿No te parece una idea feliz el ser “partícipe” en “conducir a
tus alumnos al desarrollo máximo de sus capacidades a través de su revelación”?
Alejandra Lucía Rotf
Del Libro: "Pedagogía de la
Alegría", capít. 12
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