Estupefacta ante la avalancha de noticias
desalentadoras acerca de la realidad política y socio-económica… quedé con una
cierta sensación de tristeza.
Mi fuente noticiosa: un familiar que
continuamente presenta con indignación los sucesos de nuestro país en las redes
sociales.
Entonces me paré a observar los pensamientos y
emociones que iban surgiendo en mí, con sus respuestas históricas y
psicológicas.
La Historia Humana, como proceso, no es
lineal, sino cíclica, se mueve como por una espiral. Por eso no es raro que se repitan eventos del
pasado, aunque varíen en los personajes y en la forma. Si le sumamos a esto el
inconsciente colectivo y la energía planetaria y cósmica, nos sorprenderemos de
ver enormes similitudes entre los emergentes históricos a lo largo de un siglo:
veremos repitencias y recurrencias con plazos muy semejantes, dentro de un
mismo país o incluso entre un país y otro. Por ejemplo: ¿Qué sucedía en
Argentina – Chile – Uruguay en 1976 y años subsiguientes? Lo mismo que en Sudáfrica y Australia. Todo el Hemisferio Sur del planeta atravesaba
procesos socio-políticos semejantes.
Casi invariablemente, un período de paz es
seguido por uno de guerra, y luego otro de paz, y otra guerra, y así…; un
período de florecimiento económico es seguido por otro de crisis y depresión
económica, a lo que le sucede otro crecimiento… Es el movimiento de la energía
en la que nos movemos en esta dimensión: Yin y Yang, que se suceden una a la
otra a lo largo del tiempo.
¿Qué ventaja tiene ver o saber esto? ¿Resignación?
Mejor no. Pero sí acumulación de
fuerzas emocionales, psíquicas y sobre todo espirituales para sobrellevar el
sino.
Por otro lado – y volviendo al principio del
planteo de lo que sentí con el sopapo virtual – teniendo en cuenta el Mapa de
la Conciencia del Dr. David Hawkins, mi desaliento y tristeza son un nivel
emocional inferior a la ira, el enojo, la indignación. Por tanto, mi pariente, en este aspecto
concreto de relación con los eventos socio-políticos, es más fuerte que yo. No me alcanza la fuerza siquiera para enojarme. Y si bien él se queda sólo en la furia y no
va más allá, ambos estamos por debajo del verdadero poder emocional: el Coraje.
El Coraje es el horizonte que nos arranca de
las emociones que nos debilitan e incluso enferman. A partir del Coraje, uno empieza a pensar,
sentir y obrar con poder, y las acciones repercutirán saludablemente en
nosotros mismos y en nuestro entorno.
¿Cómo hago para llegar al coraje? Y… si estoy en la desidia o en la tristeza,
quizá deba enojarme un poco. Y cuando
esté en medio del enojo, ir más allá a buscar qué puedo hacer desde mi lugar y
ponerme a hacerlo.
Un salto más rápido al nivel de Coraje es el
camino de la espiritualidad, que podría obviar el paso por la ira. Pero esto ya es otro tema, muy extenso e
intenso, que quedará para otro momento.
Sólo compartí un par de reflexiones de todas
las que pasaron por mi cabeza.
Seguramente tendrás muchas más. Si
quieres, compártelas en los comentarios.
Saludos afectuosos,
Alejandra Lucía Rotf
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